Todos los deportes implican un desgaste físico que es difícil de soportar, y que incluso puede llevar a lesiones graves y frecuentes. Cuando se habla del fútbol americano, como fans vemos a las lesiones como sucesos aislados que representan una baja de rendimiento para algún equipo. Sin embargo, estos acontecimientos comúnmente enmascaran consecuencias en los cuerpos de los atletas que salen a la luz hasta que ya es demasiado tarde. Específicamente, afecciones cerebrales.
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La duración promedio de las carreras de jugadores de la NFL es de 3.3 años. Sin embargo, este número considera a TODOS los jugadores que pasan por la NFL, es decir, superestrellas, jugadores de banca, los que nunca juegan oficialmente, y los que saltan de equipo a equipo algunos meses o años hasta que nadie los contrata. Por otro lado, la carrera promedio de jugadores que han sido nominados al Pro Bowl (juego de estrellas) es de 12 años. Considerando que normalmente estos “Pro Bowlers” viven su prime (mejor momento) entre los 26 y 29 años, tendría sentido que se retiraran a esa edad. Pero claro que la gente quiere seguir viendo a sus jugadores favoritos aunque no tengan el mismo máximo rendimiento que tuvieron en sus primes. Y claro que los jugadores quieren seguir gozando de su salario de 8 dígitos. Sin embargo, son estos jugadores excepcionalmente talentosos y longevos los que tienen mayor exigencia física y riesgo de lesiones. Arriesgan su cuerpo durante más de una década a sufrir daños en tendones, huesos, músculos, y lo más importante, su cerebro.
Chris Borland es un ex linebacker muy talentoso que fue drafteado en la tercera ronda del 2014 por los San Francisco 49ers. Comenzó su carrera profesional como reemplazo, pero una lesión de Patrick Willis le dio la oportunidad que estaba esperando. Fue titular desde la semana 7 y rápidamente demostró su valor consiguiendo ser el novato defensivo del mes en noviembre, el jugador defensivo de la semana (de la NFC) y el novato “Pepsi” de la semana en dos ocasiones consecutivas.
Chris Borland en un partido de NFL (via diariorepublica.com)
Sin embargo, su estrellato duraría solo 8 partidos, ya que ese diciembre tuvo una lesión de tobillo que acabó con su temporada. Y después de solo un año en la NFL, habiendo ganado uno de los tres millones de dólares que iba a ganar durante su contrato, y la oportunidad de ser el sucesor del legendario Patrick Willis, Borland decidió retirarse a los 24 años en marzo de 2015.
El mismo septiembre que Borland empezó su carrera profesional, se reveló que 76 de los 79 cerebros donados por ex jugadores de NFL fallecidos presentaron evidencias de CTE, también conocida como chronic traumatic encephalopathy. ¿Qué es? Una enfermedad neurodegenerativa provocada por la acumulación de traumas cerebrales que genera demencia, pérdida de memoria, depresión y agresividad. Estos traumas normalmente reciben el nombre de conmociones o contusiones cerebrales, dependiendo de su gravedad siendo la última la más peligrosa. El primer caso diagnosticado de esta enfermedad fue en el cerebro de “Iron Mike” Webster, integrante del equipo de los Pittsburgh Steelers que ganó 4 Super Bowls en los 70s.
Mike Webster uniformado (via Mike Powell/Getty Images)
Webster murió en 2002 de un ataque al corazón a los 50 años después de sufrir de demencia y depresión por mucho tiempo. Su cuerpo llegó a las manos de Bennet Omalu, un médico patólogo forense que no descansó hasta dar con la causa de los trastornos y muerte de “Iron Mike” hasta confirmarla y nombrarla CTE. Su investigación se puede resumir de la siguiente manera: jugar futbol americano mató a Mike Webster. Más adelante se descubriría que Webster sufrió daños en su cerebro equivalentes a 25,000 accidentes automovilísticos durante su carrera. Viéndolo en retrospectiva, claro que no resulta difícil de creer que todos esos golpes a la cabeza tendrían un efecto negativo a largo plazo en el resto de la vida de los jugadores. Sin embargo, este caso por fin sentó las bases científicas que sembraron preocupación en los jugadores activos y retirados, y en consecuencia, en los directivos de la NFL. Conforme pasaban los años, más jugadores morían de una manera similar y los hallazgos del Dr. Bennet Omalu incomodaban cada vez más a los involucrados.
Justin Strzelczyk fue un ex liniero ofensivo de los Steelers por solo 8 temporadas. Murió en 2004 en un accidente automovilístico durante una persecución con la policía porque estaba conduciendo en sentido contrario en una avenida. Se reportó que el joven de 36 años no tenía drogas ni alcohol en su cuerpo. Su familia aceptó donar su cerebro para que se pudiera estudiar. Justin tenía un caso avanzado de CTE.
Terry Long jugó para los Steelers durante 7 años. En 2005, con 45 años de edad, se suicidó tomando anticongelante. El Dr. Bennet Omalu también fue responsable del estudio de su cerebro. Concluyó que Long fue otra víctima de CTE que no soportó más sufrimiento.
Si no la has visto y quisieras ahondar en la historia del Dr. Bennet Omalu y su descubrimiento, te recomiendo ver la película “Concussion”, que protagoniza Will Smith y está disponible en Netflix.
Hasta ese momento, esos y otros casos descubiertos de CTE se encontraron en jugadores retirados que habían desarrollado los síntomas durante varios años después de sus últimos partidos. Sin embargo, en 2009 todo cambiaría con la muerte de Chris Henry, un ex receptor de los Bengals que se cayó de la parte trasera de una pickup en movimiento, golpeándose la cabeza letalmente. Meses después, su cerebro fue donado para su estudio. Un reporte reveló que Henry ya tenía daños cerebrales relacionados con CTE. Este acontecimiento demostraba la existencia de la enfermedad por primera vez en un jugador activo de la NFL, quien además tenía solo 26 años.
Chris Henry (via CNN)