Tannen Maury via European Pressphoto Agency

Esta lesión es tan común y devastadora, que probablemente te hayas enterado de la existencia de este ligamento gracias a los frecuentes encabezados sobre jugadores que se lastiman esta parte del cuerpo. Pero rara vez se habla de porqué es tan común y qué la causa.

¿Qué es el ACL?

Es verdad que el cuerpo humano es una obra de arte en cuanto a su funcionamiento. Sin embargo, con el tiempo hemos creado actividades para las que no “estamos preparados” a nivel fisiológico. El ligamento cruzado anterior (LCA o ACL en inglés) se encuentra ubicado en el centro de la articulación de la rodilla, y es uno de los 4 ligamentos principales que le brindan estabilidad y movilidad. Como otros ligamentos, el ACL es una banda de tejido fibroso y elástico que conecta dos huesos para coordinar sus movimientos y prevenir aquellos que no son normales. Específicamente, el ACL conecta al femur con la tibia. En la siguiente imagen podemos ver el interior de una rodilla vista desde atrás:

Los ligamentos cruzados (ACL y PCL en la foto) se encargan de evitar movimientos anormales de la tibia, ya sea hacia adelante o hacia atrás. Por su parte, el ACL previene que la tibia se colapse por adelante del femur y sostiene la mayor tensión cuando se flexiona la rodilla con un ángulo de 30 grados.

Muestra de cómo se puede lesionar un ACL. Cabe destacar el ángulo de 30 grados de la rodilla.

El PCL hace básicamente lo opuesto. Sin embargo, es mucho más difícil que el PCL se rompa ya que, por la acción natural de la rodilla, no es común que un movimiento fuerce la tibia por atrás del femur. Los ligamentos laterales igualmente son difíciles de romper ya que tienen mucho músculo alrededor que los protege aborbiendo impactos y actuando como un “refuerzo” en los ligamentos. Siguiendo esta idea, los ligamentos cruzados no tienen músculo que los ayude a soportar movimientos intensos, ya que se encuentran dentro de la articulación misma.

Mal diseño

Los cuadrúpedos, incluidos nuestros ancestros, corrían y saltaban distribuyendo su peso en 4 puntos de apoyo. Además, por la manera encorvada de moverse, debían flexionar sus extremidades, lo que provocaba que su peso recayera en los músculos de sus brazos y piernas. Incluso cuando caminaban en dos patas, lo hacían flexionando sus rodillas.

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Después de años de evolución, hoy en día caminamos rectos y en dos puntos de apoyo. Esto tiene dos consecuencias principales: aumentamos al doble el peso concentrado en cada punto de apoyo, y ahora no son los músculos los que aguantan ese peso, sino los huesos.

via thehumanevolutionblog.com

Este diseño funciona bien para desplazarnos en línea recta, ya sea caminando o corriendo. En el momento que nos detenemos o cambiamos de dirección abruptamente, todo nuestro peso, más la fuerza que estemos aplicando para realizar el nuevo movimiento, recae en las rodillas. Y, ¿quién es el responsable de mantener unida nuestra pierna durante esta acción? Correcto, los ligamentos.

¿Por qué es tan común esta lesión?